En las últimas semanas se han presentado significativos problemas de tráfico, debido, principalmente, a la realización de trabajos de mejoramiento en el libramiento de la ciudad de Morelia; específicamente se trata de obras tendientes a rehabilitar la carpeta asfáltica, que en algunos sitios estaba prácticamente intransitable, debido al deterioro causado, entre otras cosas, por la incidencia de la temporada de lluvias.
En primera instancia, este tipo de obras siempre causa polémica, primero, porque en lugar de realizarse en horarios nocturnos, que es cuando hay menos vehículos en circulación y en consecuencia causarían menos embotellamientos, se realizan en días y horas de mayor tránsito vehicular. El argumento principal para lo anterior, de acuerdo con las autoridades, es que la incidencia de lluvias nocturnas imposibilita realizar las obras durante la noche.
En segunda instancia, un aspecto que incide de forma determinante en el deterioro de las vialidades es el incremento en la circulación de vehículos de carga. Para dimensionar su impacto vale la pena señalar que un tractocamión (tráiler), con peso aproximado de 30 toneladas, genera sobre el pavimento un desgaste similar al paso de siete mil automóviles. Más aún en los tractocamiones de doble remolque, que pueden superar las 50 toneladas y que cada vez es más común observar en la ciudad, equivale al desgaste causado por diez mil vehículos. Así que mientras no haya restricción y control del transporte de carga, los recursos invertidos en obras de mejoramiento de vialidades serán cada vez menos duraderos.
Otro aspecto a considerar es que la mayoría de las obras se concentran en un reencarpetamiento de la carpeta de asfalto que, si bien resuelve el problema de baches a corto plazo, estas obras no garantizan su durabilidad a mediano plazo, de aquí que este tipo de obra pública se realice de forma periódica, en el mejor de los casos, cada año. El problema sería resuelto de forma definitiva, o a más largo plazo, si se mejorara la compactación sobre la que se aplica la carpeta asfáltica y el sello correspondiente; obviamente considerando que se tiene un control de calidad en los materiales utilizados y las obras a realizar.
La rapidez y falta de planeación con que se ha realizado la ejecución de este tipo de obras se puede observar, dado que sólo se reencarpeta sobre la existente, en la mayoría de los casos “desaparecen” los topes existentes e incluso, el aumento en el nivel terminado de la carpeta es tal, que coincide con la altura del camellón central o guarnición de las banquetas laterales. Lo anterior podría parecer cosa menor, pero en una vialidad de alta velocidad como el libramiento, el camellón central cumple una función de seguridad para evitar choques entre los autos que circulan en dirección contraria. Además, el incremento en la altura de la carpeta genera un “tope” que disminuye la fluidez de los vehículos, que desde cualquier vialidad perpendicular buscan incorporarse al libramiento. Hay que recordar que el mayor costo que causa el deterioro de vialidades es el que pagamos todos los ciudadanos debido al desgaste de vehículos particulares y de transporte público.
Es importante recordar a las autoridades que a más de 50 años de iniciada la construcción del libramiento, aún no se ha concluido, hay extensos tramos en los que todavía falta la construcción de los carriles laterales.
Finalmente, bienvenidas todas las obras de mejoramiento, sobre todo aquellas que hagan realidad aquel viejo y usado slogan que las autoridades pregonan cuando realizan las obras y que reza: “las molestias son temporales, pero los beneficios permanentes”.
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